literature

Dragon Signs 01 Novel Chapter 05

Deviation Actions

DanielGreyS's avatar
By
Published:
583 Views

Literature Text

El pedestal tenía algo más escrito. Más garabatos sin sentido. Y yo que pensaba que leer era fácil. Apenas sabía hablar dos idiomas y pensaba que con eso estaría todo solucionado. Entonces lo vi claro, el mundo ya era grande de por sí, y no contentos con eso había infinitos mundos que lo acompañaban, ¿cómo iba yo a poder comprender algo en semejante inmensidad? Había demasiado que aprender y pensar en ello solo me daba dolor de cabeza. Aquel lugar empezaba a saturarme.

Pero, a diferencia de lo que pasaba con la carta del director, aquellos símbolos sí que me sonaban. No los había visto nunca, de eso estaba seguro. Los miré, los observé y cuánto más los analizaba más me constaba concentrarme. Sabía algo, estaba allí, en algún rincón de mi mente que ella se negaba a mostrarme. Al final iba a ser cierto que tenía déficit de atención, pero cuando me lo proponía mi voluntad podía ser más fuerte, algo que solo ocurría una vez cada cuatro años. 

Reforcé la insistencia con mi capacidad para ser un pesado, estaba seguro de que así lograría evitar descentrarme. No sé cuánto tiempo estaría así pero se me hizo eterno, como unos diez segundo más o menos. Mi mente pugnaba una y otra vez por alejarme de aquello que estaba allí, no oculto, sino sumergido a cierta profundidad. Me estaba acercando, sentía como la presión aumentaba a medida que todo se volvía más claro. La fuerza me oprimía y yo seguía avanzando. Hasta que llegué.

Fue como si un rayo se introdujese a través de mis ojos y me golpease el cerebro. Los ojos me escocían así que los froté. Al principio todo era oscuridad, la vista se me fue aclarando y cuando miré el pedestal, pude leerlo.

“Nunca pierdas la esperanza. Sé como el Sol, no importa que parezca que tus llamas se han extinguido, ni lo larga que sea la Noche más Oscura, siempre volverás y lo harás más fuerte que antes. Porque esa es nuestra ley. 

Elohán.”

Elohán, aquel nombre hacía que se me pusiese la piel de gallina, como cuando escuchas una canción que te gusta mucho o ves una película que te emociona. Había aprendido a leer garabatos por arte de magia, eso era bueno. No tenía la certeza de que no me estuviera inventando lo que ponía, es no era del todo malo, por lo menos tendría imaginación.

    — ¿Qué os pasa a vosotros? — era Tom — Robyn se concentró tanto para intentar leerlo que casi se desmaya. No vas a poder leer nada, nadie lo ha logrado nunca. Es más, hay la teoría de que hay ni siquiera pone nada, sino que algún gracioso se puso a dibujar cosas al azar para confundir a la gente.  Y con gracioso se refieren a Benjamin.

Un dios al que le gusta reírse de sus creaciones. Eso no habría estado mal, pero yo podía leerlo perfectamente. A lo mejor era que solo alguien de nuestro mundo podía leerlo.

    — Ya sabes Daniel, puesto que a él no le interesa, cuando también descubras lo que pone ni se te ocurra decírselo. — replicó Robyn.

    — ¿También? — intervino Tommas.

    — Por supuesto, si él es capaz de leerlo significará que yo ya lo habré conseguido mucho antes.

Vale que en mi juventud no fuera una joya en clase, pero todo cambió cuando descubrí lo divertido que era acabar los ejercicios antes que el resto y que la profesora no tuviera ningún fallo que recriminarte en los exámenes. Claro que Robyn llevaba haciendo eso desde que llegó, y yo cojeaba en cierta clase de ejercicios, lo que les daba a ella y a Pablo el título de los listo de la clase.

Espera, ¿me acababa de lanzar una indirecta? ¿Sabía que yo podía leerlo y me estaba diciendo que no se lo dijera a Tommas o lo decía por si algún día…? Porque… sino… debería decir… Odio las indirectas, son innecesarias, la última vez había tardado dos años en darme cuenta. Aunque si Robyn también lo leía eso reafirmaba mi teoría. Solo había un fallo, nosotros no éramos los primeros en venir aquí. Tommas dijo que con nosotros era la tercera vez que alguien de mi mundo venía, lo que significaba que ha habido un mínimo de dos personas antes que nosotros. Probablemente fueran algunas más. Si mi teoría fuera cierta aquellas personas habrían mantenido en secreto que podían leerlo, lo que no entiendo porque ahí no ponía nada importante. También podría ser que nunca se hubieran molestado en intentarlo. Tenía que hablar con Robyn, a solas.

    — Me da igual lo que ponga ahí. — contestó Tommas haciéndole la burla a Robyn — Mente inquieta, — ese debía ser yo — ahora vas a escuchar lo que tenga que decir para que no vuelvas a hacerme preguntas en lo que espero sea mucho tiempo. ¿Vale?

    —No.

Tommas entrecerró los ojos y me miro fijamente, creo que eso es lo que llamaban miraba amenazadora. No intimidaba lo más mínimo. Detrás de él estaba Robyn con la misma cara. Intimidaba mucho.

    — Sí. —me corregí.

    — Bien. — empezó — Él es la razón por la que se necesita tener diez años para estar en esta escuela. La suya era una especie que vivía milenios y milenios sin apenas envejecer por eso apenas tenían descendencia. En los extraños momentos en los que nacía un hijo, este heredaba los conocimientos de sus padres, todos sus recuerdos y vivencias. No se conserva mucha información de ellos porque no necesitaban apuntar nada, después de todo jamás olvidaban y la información se transmitía íntegra de una generación a otra. No se sabe por qué, sus habilidades permanecían inactivas hasta los diez años, supongo que tendrá una explicación. Así que él estableció que esa sería la edad para entrar aquí. En caso de que alguna especie tenga una esperanza de vida muy pequeña esa edad puede reducirse.

    «El Sol es el símbolo de su especie. Una especie cuyo nombre nadie recuerda cómo se pronuncia. Nosotros los llamamos Bl’Dhewka. Solo El Creador lleva ese tatuaje en el pecho, el Dharma Sūrya de Seis Caminos.» — Tommas se quedó callado poniendo una cara un tanto rara.

No entendí cómo dijo que llamaban a la especie, pronunció algo muy raro, así que en mi mente me inventé el nombre.

    — ¿Eso es todo? No me has solucionado mucho. — le reproché.

    — Pues si quieres sabes más pregúntale a un Bl’Dhewka cuando lo veas.

Seguía sin entender lo que decía. ¿Tan difícil era pronunciar con claridad?

    — Habrá alguien que sepa algo más. — dije.

    — Claro, pero ese tema es soporífero. No sé quién es capaz de invertir su tiempo en aprender sobre ellos. Sí, puede parecer que saber cosas sobre alguien que ha creado el Universo es genial y la realidad es que… no lo es. La información que tenemos es insignificante y está incompleta. Y saber algo a medias es no saberlo. Aunque yo juraría que sé algo más. — añadió por lo bajo.

    — ¿Creéis en un Dios? ¿Alguien que creara todo de la nada?

    — Hablas de él como si no existiera. Lo  estás viendo.

    — Eso solo es una estatua. ¿Cómo sabéis que existe de verdad?

    — Porque existió. Hace tres mil años. Y creó este mundo.

    — ¿Me estás diciendo que mi mundo solo existe desde hace tres mil años?

    — No, tu mundo, y con eso no me refiero solo a tu planeta, existe desde hace mucho más tiempo del que se puede contar, por lo menos del que yo puedo contar. Lo que ocurrió hace tres mil años es que Benjamin estuvo en la Tierra.

    — ¿Cómo puedes saber que eso es cierto? — vi a Robyn suspirar. — ¿Tú también te crees eso?

    — Por lo que he leído, es cierto. Benjamin existió, salvó al mundo y creó este. Es tan cierto como lo que hemos estudiado de historia. Algunos hechos son más ciertos que otros, pero lo importante es que tuvieron lugar. — contestó ella.

    — ¿Y dónde están ahora esos maravillosos seres? ¿Y Dios?

    — Murieron.

Ahí me quedé sin palabras, nunca había escuchado semejante sarta de estupideces seguidas. Así que una raza cuyo líder fue el creador de todo ser viviente estaba muerta.

    — ¡Cierto! —exclamó Tommas — Ya me acuerdo. ¿Quieres saber cómo desaparecieron todos? Se ha conservado en forma de cuento. Es corto, no tardaré mucho y todos sabemos que vas a acabar preguntándolo.

    — Vale. ¿Pero podemos sentarnos un rato en el suelo?

Los tres nos sentamos junto a la estatua. Hacía bastante calor para ser otoño, me preguntaba si allí las estaciones serían iguales que las de mi mundo. En aquel momento agradecí que Susan hubiera intentado ahogarme. Cuando hizo desaparecer el agua se aseguró de dejarme mojado, eso lo había hecho a propósito, estaba seguro. Era refrescante, se estaba muy a gusto y Tom no empezaba a contar la historia de una vez.

    — ¿Vas a tardar mucho en empezar?

En determinadas ocasiones hay que ser pesado si quieres conseguir lo que quieres.

    — Cállate y déjame pensar cómo era. — y un rato más tarde añadió — Vale, vamos allá.

    «Hace más de ciento sesenta y tres lunas de sangre, hace más del nacimiento del primer rochen de los acantilados, el mundo estaba poblado de animales y guardianes por igual. Los guardianes fueron creaciones directas de los Bl’Dhewka, nacidos para proteger el equilibrio de los elementos y asegurar que ningún animal continuase por el mal camino. De entre los guardianes, los dragones surgieron como sus líderes y entre los animales, fueron los humanos los que destacaron por su avance.

    «Entre ambas especies hubo tanto rivalidades como alianzas y fue así hasta el la llegada del Día más Oscuro.

    «Los Bl’Dhewka reinaban en los cielos, allá donde la vista de ningún ser podía llegar, custodiando a sus creaciones, porque aunque los guardianes cumplían su trabajo, en ciertas ocasiones era necesaria la intervención de aquellos seres a cuyos poderes llamaban divinos. Qué equivocado era aquel término, pues divino solo había uno y Él ya no se involucraba con ningún ser terrenal. Ahora digo Él, pero el aspecto que tenía en el momento que ocurrieron los hechos que voy a contar era el de una hembra. Y como Jueza de la Creación su deber estaba ligado únicamente para con la vida y la muerte. Ella crea, ella destruye y ella guía, el resto quedaba al libre albedrío de sus hijos.

    «Y llegó el día en el que los cielos se dividieron, Israfil el Anunciador se reveló ante la Creadora. Él y su ejército reclamaron la Tierra como suya para ejercer su voluntad. Por otro lado el mundo también se vio afectado. Los humanos formaron bandos, el resto de los seres tenían un claro aliado. Con la ayuda de Israfil, los humanos traidores a la Creación tenían ventaja sobre el enemigo que no contaba con fuerza de los celestiales.

    «En el cielo, los fieles caballeros de la Creadora no hacían nada por defenderse. Cuando los Bl’Dhewka llegaban a los diez años hacían la promesa de jamás herir a uno de sus hermanos. Llaman a aquello el Argahror, el Pacto Inquebrantable. Romperlo significaba la muerte del cuerpo y la tortura del alma. Mas había otra razón por la que la Jueza no movía un dedo, pues ella estaba incluso por encima de Argahror y podría haber detenido la batalla con solo pensarlo. Si la situación había llegado hasta ese punto, significaba que su Era había terminado, y era la hora de volver a renacer. Y así es como la Creadora pereció a manos de Israfil el Anunciador, no sin antes haberse asegurado de que su batalla podría continuar en la Era que estaba por comenzar. La Señora se reencarnó en Benjamin y lo mismo hizo Israfil.

    «Todos los Bl’Dhewka perecieron, solo quedaron Benjamin e Israfil, y del reino en los cielos que tantos habían adorado solo quedaron ruinas estériles. No les fue mejor en el mundo terrenal. Millones de muertes, los guardianes se extinguieron porque los pocos que sobrevivieron decidieron huir a otros mundos. Sin dragones, el mundo era de los humanos. Un mundo derrotado sin ningún vencedor.

    «Es cierto que Benjamin podría haber exterminado a Israfil y sus seguidores, pero aquella era una nueva Era, Su Era y Benjamin quería asegurarse de que su enemigo recibía su justa compensación. Benjamín no era la Jueza, él creció en el mundo de los humanos ocultando su naturaleza, él sabía cómo utilizar a los seres terrenales para conseguir su victoria.

     

    «Se encomendó a la Búsqueda de los seres más poderosos de la existencia, los que serían su generales, La Unión de los Diez. Tardó bastante tiempo en reunirlos, cuando el Día más Oscuro terminó, se ocultaron en mundos lejanos dónde solo alguien que de verdad los necesitase pudiera encontrarlos. ¿Y qué era el tiempo para un Dios? A Benjamín no le importaba el paso de los años. De la misma manera que el tardaría en reunir su ejército, Israfil tardaría mucho más para intentar superarlo.

    «Diez eran los generales y solo siete sus nombres: Taimin el Demonio del Abismo, Amarong el Ejecutor, Kasdamarius Duque del Averno, Amphistos la Pesadilla Eterna, Rolkur el Acechador, Ol’Alty el Segador Escarlata y Proditorem el Conquistador. Una vez reunidos se unieron en el Kuttan, la ceremonia que mantendría unidos al líder y sus generales hasta que les llegara la muerte.

    «Conociendo la escala de la batalla que se avecinaba, Benjamin, en todo su esplendor creó este mundo para refugiar a aquellos que el considerase aptos. También creó esta escuela como recordatorio de que nunca se está completamente a salvo y que es necesario aprender a sobrevivir. Ese mundo, además, actuaría como puente y protector del Original.

    «Y cuando rugieron los tambores de la batallas, el mundo lloró. Duró tres días y cinco noches. Hasta que al final se impuso el bando de Benjamin, no sin pagar a cambio la pérdida de numerosas vidas. Cuando Benjamin encontró a Israfil, este le suplicó por su vida, le dijo que se arrepentía y que lo serviría fielmente como el último de su especie, pero aquello solo era un treta para ganar tiempo. Haciendo acopio de sus últimas fuerzas combinó su esencia con la del tejido de los universos. Así se aseguró de que no importaría ni el cuándo ni el dónde, Israfil sería capaz de reencarnarse una vez más sin que ni el mismísimo Dios pudiese hacer algo por impedirlo, porque destruirlo a él sería destruir la mismísima existencia.

    «Ganaron la guerra, pero fue una tremenda derrota para Benjamin. Estaba agotado, estaba harto. Israfil volvería a nacer y Benjamin no estaba dispuesto a esperar a que eso ocurriera. Al igual que su enemigo, combinó una parte de su esencia con el tejido de manera que cuando volviese a la vida Benjamin lo hiciera con él. El tiempo no es nada para un Dios, pero qué era un mundo con un Dios derrotado. Y como en su anterior vida, había llegado el momento de cambiar si quería ganar aquella batalla nacida del egoísmo.

    «Desde entonces los mundos continúan existiendo en relativa tranquilidad, esperando el día en el que Israfil y el Creador vuelvan a luchar. Y si el renacido Juez de la Creación decide mantenerse al margen significará que el Fin de los Tiempos habrá llegado.

    «Fin. No se sabe más. No me hagas preguntas sobre eso. — dijo señalándome con el dedo.

    — Señalar es de mala educación — le reproché haciendo reír a Robyn. Tommas, en cambio, hizo caso omiso de comentario.

    — ¿Contento? Vamos a la tienda.

    — ¿Por qué no me contaste eso desde el principio?

    — No soy una enciclopedia, no tengo toda junta la información sobre un determinado tema. En pie. — ordenó mientras él lo hacía — Quiero irme de aquí antes de que se te ocurran más preguntas.

    — Si no me equivoco eras tú el que estaba deseando explicarle las cosas. — le reprochó Robyn.

    — Sí, pero hay un límite de conocimientos por día.

    — No, que va. — dije yo.

    — Contigo fue tan simple. — dijo mirando a Robyn.

    — ¿Porque podías fardar de tus conocimientos sin que nadie los cuestionara? Si no lo hice fue porque después me pasé el resto del día en la biblioteca. — contestó ella.

    — Vale, la tienda está por allí.

    — ¿Sabes?, yo me habría imaginado algo más alucinante que un humano con alas. Eso no impresiona.

    — Es Dios. Lo es todo. Sea lo que sea que te hayas imaginado, él lo es. Esa solo es la forma que más adoptaba para presentarse en público.

    ­— ¿Seguro?

    — Se supone, ya te he dicho que no se sabe gran cosa.

    — ¿Cuando se supone que volverá? ¿Cómo se sabe eso?

    — Sí, bueno, hay unas notas antiguas que hablan sobre eso, se dice que algún día volverá cuando bla bla bla. Ya pasará cuando tenga que pasar. No sé nada más.

Caminamos un rato en silencio. Lo que resulta más agradable del silencio es lo incómodo que hace sentir a la gente. Tranquilidad y personas sintiéndose incómodas, había pocas cosas mejores que eso, pero las había.

Y había muchas peores. Como las pendientes. ¿Pero qué demonios? Aquella pendiente debía tener unos 69 grados de inclinación. Ni siquiera estaba seguro de que eso pudiera subirse sin tener que ir a gatas o llevar material de escalada. ¿Y bajarla? El más mínimo error y la bajabas rodando. Porque tampoco es que fuera corta. Después de todo el colegio estaba en la cima de una montaña, no muy alta, pero seguía siendo una montaña. Eso sí, las vistas eran increíbles. Todo lo que podían cubrir mis ojos estaba conquistado por bosque menos al pie de la montaña donde había un pequeño pueblo. Pequeño dependiendo con qué lo comparases claro.

Puesto ninguno de los dos dijo nada supuse que no debía ser tan malo como parecía. Mentira. Entonces el silencio me pareció bueno porque podía centrarme en no tropezar, y a la vez malo porque en lo único que pensaba era que todo sería más fácil si bajase haciendo la croqueta. Solo tenía que tumbarme y dejar que la gravedad me guiase. Era tan simple.

    ­— ¿Se te han acabado las preguntas? —dijo Tommas.

    — Pensaba que querías que te dejase en paz un rato.

    — Si te miraras a un espejo verías que necesitas urgentemente que alguien te distraiga. Daniel, el de los actos suicidas.

    — ¡No estaba pensado en nada suicida! Mi salud no correría un gran riesgo si lo hiciera.

    — Venga, pregunta.

    — ¿Hay más animales mágicos aprendiendo aquí?

    — ¿Qué? No. Ningún animal mágico estudia aquí. Ellos ya saben todo lo que se necesita para sobrevivir por eso ayudan a algunos alumnos.

    — ¿Y dónde puedes encontrar a uno?

    — Tienen su propio mundo, pero puedes encontrártelos en cualquier lugar. Y si consigues hacerte amigo de uno de ellos, podéis llegar a convertiros en compañeros. Pero para que lo entiendas, si los hubiera en tu mundo los roles de dueño-mascota estarían invertidos.

¿Humanos siendo las mascotas de animales? Eso sería muy raro. Tan distinto. ¿Cómo tratarían los animales a las personas? Supongo que habría de todo. Y seguramente haya mundos que son así. Habrá mundos con cualquier cosa que se pueda imaginar.

    — Vale, otro asunto. El Traductor, ¿qué es exactamente, como funciona, quienes lo tienen? O no. Mejor dime solo lo que sea necesario, no estoy seguro de cuánta información más voy a poder asimilar hoy. No, espera. No nos engañemos, di todo lo que sepas.

    — Bueno, es un traductor, no creo que haga falta que te explique eso.  Cualquier ser que no sea un alumno puede usarlo siempre que quiera. A nosotros nos lo quitan al llegar a tercer curso. Así que ya puedes ir empezando a aprender idiomas lo antes posible. Cuando quieras apagarlo solo tienes que pensar en que se apague, lo mismo para encenderlo otra vez.

Eso de que se apague con solo pensarlo no me gusta mucho. A mi mente siempre le gusta hacer lo que no debe. Sobre todo cuando me dicen que ni piense en algo, eso solo consigue  que piense en ese algo. Ahora que sabía cómo funciona me pasaría todo el día encendiendo y apagando el Traductor sin darme cuenta.

Cuando miré a Tommas estaba diciéndome algo, algo que no entendí en lo más mínimo. Seguí mirándolo fijamente a ver si así captaba algo pero no, habría sacado más escuchando aullar a un perro. A lo mejor me estaba tomando el pelo.

            — Que enciendas el Traductor, Daniel. — dijo Robyn.

Lo había apagado. No había tardado ni diez segundos. Si Robyn no llega a estar allí podría haber seguido horas y horas con el Traductor apagado sin darme cuenta. No sé, a veces en mi mundo tampoco entendía a la gente y no era precisamente porque no hablásemos el mismo idioma.

    — ¿Qué decías? — le dije a Tommas.

    — Que no hagas eso. Si solo tiene el traductor el receptor la traducción tarda en llegar, no es instantáneo. Si quieres practicar con eso ya tendrás suficiente cuando viajes a otros mundos. Donde te recuerdo que aunque tu entiendas a la gente ellos no te entenderán a ti.

    — Perdón. Pero es demasiado fácil que se apague sin querer. — ahí tuve que volver a encenderlo.

    — ¡Paparruchas! —  ¿Tom acababa de decir paparruchas? — Es cuestión de acostumbrarse, como todo. Además, que se apague con el pensamiento es útil, te ayudará a aprender a controlar lo que piensas. Y una mente ejercitada puede sacarte de muchas situaciones problemáticas.

    — Lo que a ti podría resultarte muy útil — intervino Robyn.

    — Lo dices como si nos metiésemos en tantos líos.

    — ¿En serio? ¿Has visto dónde estamos?

    — Cierto — contesté riéndome — ¿Y cómo funciona?

    — Cuando me lo explicaron lo entendí sin problemas pero no sé si sabría explicártelo a ti. — contestó Tom.

    — Eso es que no sabe — aclaró Robyn.

    — ¡No es verdad! — replicó Tommas.

    — Si no eres capaz de explicar algo de manera que otro pueda entenderlo, eso quiere decir que tú no lo has entendido lo suficientemente bien. — lo cortó ella — Y no me vengas con que no se te da bien explicarte porque cuando sabes sobre el tema lo haces muy bien.

    — Entonces... — intenté cambiar de tema — ¿Entonces todos los habitantes de otros mundos saben… cosas sobre el nuestro?

      No, escucha lo de los mundos es un tema muy complejo. Hay mundos en los que se conoce la existencia de otros mundos, hay mundos que no saben nada sobre eso, hay mundos en los que no se puede entrar si no es desde el tuyo, hay infinitos mundos y pocos se rigen por las mismas reglas. Si la magia no existe en uno de ellos aunque un ser mágico viaje a él no podrá utilizar sus poderes, otras veces puede ser que no haya magia pero el hecho de que entre alguien con ella permite su existencia. Cuando empieces a "viajar" lo entenderás mejor. Es algo que debes sentir, no dejar que te lo cuenten.

Ya lo entenderé, ya lo entenderé. Si esa iba a ser la respuesta para todo no sé cuándo podría entender algo de verdad.

    — ¿Cuánto tiempo llevas aquí? Parece que sabes mucho sobre todo esto.

      Tres meses. Pero la mayoría de lo que aprendí sobre los mundos es por mi hermana. Ella sabe “viajar” así que me llevó a muchos lugares antes de que me admitieran aquí.

    — Vale, ¿y por qué estabais vosotros dos juntos en la enfermería?

    — Cuando yo me desperté, — contestó Robyn — Tommas estaba visitando a sus compañeros de equipo. Y desde entonces no se ha separado de mí.

    — Le enseñé todo lo que tenía que saber sobre este lugar. — intervino él — Y ahora que tú también estás despierto, formaremos un equipo.

    — En ningún momento dije que fuera a aceptar. — replicó Robyn.

      A menos que Daniel lo haga… pero está claro que tú sí que quieres, ¡a que si! — Tommas me miraba de una manera muy rara cuando dijo eso.

    — ¿Equipo para qué?

    — Misiones, viajar entre los mundos, ganar dinero, puntos, objetos súper poderosos…

    — ¿Y qué pasa con tus compañeros?

    — Mis compañeros se han ido y no volverán. — su tono y expresión cambiaron completamente al decir eso. ¿Qué habría pasado con sus compañeros? Bueno, tampoco era algo que a mi debiera importarme.

Lo único que me importaba en ese momento era que por fin habíamos llegado al final de la cuesta. En serio, no quería ni imaginarme como sería tener que subirla. A ver, el deporte se me daba bien y era muy rápido, pero no tenía nada de resistencia. Supongo que mientras no tuviera que subirla corriendo todo estaría bien, al margen del vértigo.

            — ¿Y bien? — dijo Tom — ¿somos un equipo?

    — Hmm. Por mi parte ya lo discutiremos.

Una sonrisa enorme cubrió la cara de Tommas.

    — Eso es un sí. — contestó él.

Y llegamos al pueblo. Un camino de adoquines se extendía por la calle guiándonos hasta una plaza central. Estaba más transitado de lo que podría haber pensado. Todos los... seres que circulaban por allí encajaban a la perfección en aquel lugar. No había nada de extraño en que casi la mitad de ellos no fueran humanos. Era como si todos los seres de cuento se hubieran reunido allí y ya no podían fascinarte más que la primera vez que compartieron su mundo contigo.

No los conocía de nada, pero la sensación de familiaridad estaba ahí y verlos no era más raro que ver a un humano por la calle. Lo que no quitaba que de vez en cuando me quedara mirando fijamente a alguno de aquellos seres, a veces también lo hacía con las personas. ¡Ay, madre! ¿Eso era un Deinonychus? Nada como un dinosaurio para sacarle una sonrisa a un niño. ¡Mejor día de la historia!

Dejando los dinosaurios a un lado, las casas me parecían todas prácticamente iguales, algunas de madera, otras de piedra, unas con ventanas más grandes, otras con balcón, pero lo que todas tenían en común es la sensación que producían de llevar allí mucho más tiempo del que la mente de un niño de diez puede verdaderamente concebir.  El único detalle que llamaba la atención eran sus puertas, la mayoría eran de un tamaño normal, sin embargo otras eran notablemente más grandes o más pequeñas.

Lo bueno es que parecía no haber vehículos así que se podía jugar en cualquier sitio sin miedo a que te pasase un coche por encima o te pinchase la pelota, o atropellase a tu mascota. Malditos sean los gatos y su manía de meterse debajo de las ruedas.

    — ¿Sabes? — empezó Tom —  Para construir estas casas se basaron en un poblado humano de hace más de tres mil años. Parecen casas normales, pero por dentro no son nada de lo que aparentan. Ni siquiera el tamaño es el mismo. Pueden ser un palacio, una cueva, un iglú, un lago, cualquier cosa que se pueda considerar un hogar. La apariencia de la casa solo fue un capricho del que creó todo esto. De Benjamin.

    — ¿Cómo va a haber un lago dentro de una casa?

    — Porque no son verdaderas casas, sino portales a micromundos. — Bueno, cosas más inexplicables he visto y veré por aquí — ¿Quieres una manzana?

    — ¿De dónde la has sacado? — le pregunté sorprendido.

    — De mi bolsillo — ¿De qué estaba hablando? Si llevara alguna manzana en el bolsillo se le habría notado. Mi cara debía estar representado mis pensamientos por al momento me los aclaró — ¡Oh! Es un bolsillo dimensional. Los dos — dijo señalando los dos rectángulos marrones de su camisa — Similar a los de las casas que te acabo de decir — metió el brazo hasta el hombro en uno de los bolsillos — ¿Ves?

    — Vaya...

    — ¿Quieres una manzana o no?

      No. No tengo hambre, que raro… — debería llevar tres días sin comer, ¿o no? ¿Y el baño? Bueno, de eso sí que tenía ganas, aunque no tantas como debería.

      Que va, es normal. Robyn ha gastado...

    — ¡Cállate! — lo interrumpió ella — No pasa nada, dejémoslo, ¿vale? No vamos a hablar de eso nunca, jamás.

Por supuesto, no lo hicimos y Tommas se comió su manzana. En la plaza había siete intersecciones contando en la que estábamos nosotros y en el centro una estatua de un búho en un enorme pedestal. ¿A quién no le gustan los búhos? Fantasmas de día, cazadores de noche.

            — La calle de las tiendas es la tercera intersección por la izquierda — dijo Tommas. — Nosotros vamos al Emporio de los Cilanti.

            — ¿Cilanti?

            — Es el nombre de su especie, son los grandes tejedores de los mundos.

Iba a tener que abandonar el concepto de normal de una vez por todas. Sí, en las tiendas había cosas que conocía y otras que no se me habría pasado por la cabeza que fuesen ¿fruta? ¡Había una escoba en una tienda de armas!

Nos detuvimos delante de una con un discreto letrero que supongo que ya entendería cuando llegara el momento. El escaparate estaba ocupado por una enorme telaraña en la que estaban atrapadas camisas para seres con número variable de brazos, pantalones y también para aquellos que tuviesen cola, gorros de lana para cabezas con y sin cuernos... Y Robyn y Tommas estaban lanzándose miradas un tanto sospechosas.

            — Escucha, antes de entrar... el director nos dio algo — dijo Robyn sacándose una hoja de papel doblada en tres del bolsillo del pantalón, no estaba arrugada, eso me sorprendió — Es la llave de un portal a nuestro mundo. Funcionará hasta mañana a  medianoche. Si quieres volver, yo iré contigo y sino…

    — ¿Tú quieres volver? — le pregunté

Cogí la hoja. Solo tenía dibujado lo que parecía a uno de esos sellos mágicos de los libros de fantasía. Un círculo con garabatos sobre él y en el centro algo así como la armadura de un ángel con una espada y una lanza cruzadas sobre ella.

    — Quedarme aquí si tú no estás no tiene ningún sentido. — contestó ella.

    — Qué tonterías dices. ¿Desde cuándo haces tú lo mismo que yo? Y en todo caso sería yo el que no podría quedarse si tú te fueras. ¿Tú quieres volver?

    — No, por lo menos de momento. ¿Qué harás tú entonces? Todavía tienes tiempo para pensarlo.

    — Sabes que quieres quedarte — añadió Tommas.

¿Qué quería hacer? Desde que me desperté, aquel mundo solo me había dado emoción tras emoción. Había tanto que podría aprender y tantas incógnitas que probablemente quedarían sin respuesta si decidía irme. Sin embargo también estaba el asunto del encapuchado, no tenía muy claro qué iba a pasar con eso y quedarse puede que no fuese mucho más seguro que volver. Además, si me quedaba ¿podría averiguar algo de él? Había intentado matarme y encontraría la manera de compensar sus actos.

    — ¿Recuerdas aquella vez que usamos una manguera para ver si podíamos derribar a una paloma volando? Nosotros sí que sabemos divertirnos. — le dije a Robyn

    — Sí, no rozamos ni a una paloma y empapamos a un montón de señoras que iban por la calle.

Rompí el papel y lo solté al ver que el sello comenzó a brillar cada vez más hasta convertirse en una columna de luz. Poco a poco la luz fue tomando la forma de una puerta sobre la que se formaba una imagen que fue adquiriendo nitidez dejando ver en ella el patio de mi casa. El portal a nuestro mundo estaba abierto.

Dragon Signs 01 Novel Chapter 05 Levando anclas
Capítulo anterior - danielgreys.deviantart.com/art…
Capítulo siguiente - danielgreys.deviantart.com/art…
© 2015 - 2024 DanielGreyS
Comments0
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In