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Dragon Signs 01 Novel Chapter 03

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— ¡Bienvenido a Middle World!
Sinceramente, no era ni de cerca la estampa con la que pensaba encontrarme cuando abriera lo ojos.
Estaba en una especie de habitación blanca enorme separada en diferentes estancias por unas cortinas opacas del mismo color que las paredes. Yo descansaba sobre una cama con las sábanas… vale, digamos que absolutamente todo en ese lugar era de color blanco. A un lado de la cama estaba Robyn miranda con mala cara al chico que estaba del otro lado. Era el que había gritado hace un momento. Tenía los brazos extendidos dándome la bienvenida como acaba de decir, tenía el pelo castaño y una cinta azul en la cabeza con un extraño símbolo dorado parecido a un signo de   interrogación pero con el punto señalando el centro del signo y con tres picos por la parte exterior similares a los rayos del sol que dibujaría un niño.
Después estaban sus ojos ambarinos con la pupila más rara que jamás había visto. Era vertical como la de una serpiente con el añadido de un rectángulo con más base que altura atravesándola. Llevaba una camiseta de un verde como el de los militares con dos rectángulos marrones horizontales en relieve, uno a la altura del pecho y el otro por debajo. Sus pantalones cortos eran grises, debajo de los cuales llevaba unas mallas negras que le llegaban hasta las rodillas.
— ¡Me dijiste que no lo dirías! — le reprochó Robyn a aquel chico.
— ¡Mentí! — contestó con una voz más aguda y tono de burla.
Robyn no llevaba las mismas pintas que… ¿cuánto tiempo había pasado desde la excursión? Llevaba el pelo recogido solo dejando suelto unos mechones de delante y el flequillo (que juraría que se lo había cortado). Una sudadera blanca con capucha y bolsillo y el dibujo de unas flores azules en el pecho. Los pantalones vaqueros están remangados de manera que parecían un pantalón pirata. Pero la cinta roja de su muñeca derecha era lo más raro, ya que tenía el mismo símbolo que la que Tommas llevaba en la cabeza.
Dirigiéndose a mí, dijo con voz suave:
— Escucha, esto te va a parecer uno de tus sueños, pero no lo es. Es muy raro y probablemente te cueste creerlo cuando Tommas te lo explique.
— ¿Entonces, puedo? — la interrumpió el chico, así que se llamaba Tommas…
— ¡Cállate! — y continuó hablándome — Tú solo escucha, no interrumpas, si tienes preguntas hazlas cuando termine. Ya hablaremos luego sobre… todo.
Todo. Debía estar refiriéndose a lo de la excursión y a cómo terminamos aquí. A lo mejor ella sabía esto último. Después de perder el conocimiento al chocar contra el árbol que crecía en un saliente ya no recordaba nada más. ¿Qué habría pasado? ¿Qué estaba pasando?
Me incorporé con facilidad sobre la cama, si me había hecho algún rasguño ya no quedaba ni rastro. No llevaba nada más puesto que la ropa interior, pero que más daba eso. Los únicos que podían verme eran Robyn y Tommas, y lo que llevaba puesto tapaba lo mismo que un bañador.
Por acto reflejo me llevé la mano a la nuca y al apartarla sentí un pinchazo en la zona posterior izquierda de la cabeza.
— ¡Au!
— Eso es el Traductor. — contestó Tommas ante mi exclamación.
— ¿Qué?
Vale, eso no tenía ningún sentido.
— Daniel, — era Robyn la que hablaba — a partir de ahora solo escucha.
— ¿Entonces, puedo? — repitió Tommas, que recibió como respuesta una mirada afirmativa de Robyn.
«Bien, veamos… La verdad es que lo que te voy a explicar es mucho más complejo aun de lo que aparenta, puede que algún día encuentres a alguien que te lo enseñe mejor que yo.
«Existen infinitos mundos, algunos como el tuyo, otros no… aunque una denominación más precisa sería “universos” resulta más simple si piensas en el concepto “mundo”. La cosa es que los mundos están organizados en un sistema similar al de un árbol genealógico en tres dimensiones. Hay un mundo central a partir del cual se ramifican absolutamente todos los demás y  a su vez cada uno de esos mundos puede ramificarse en otros tantos. Además, digamos que no todas las ramificaciones están al mismo nivel, todo está función de las características del mundo: su accesibilidad, el intercambio de información, el nivel existencia, el origen de su creación… Y, lo que más mola, es que vosotros venís de ese mundo central, el A00100110Ω. Es la tercera vez en toda la historia de este mundo en la que alguien del vuestro viene aquí.
«Lo que nos lleva a la cuestión de qué es este mundo. Puedes llamarlo Middle World, Mundo Intermedio, Daan… como quieras. Es como un mundo paralelo al tuyo, ocupa el mismo lugar en el universo pero en otra dimensión. —y contestando a la pregunta que de repente me había surgido— Sí, existen otros mundos formados por múltiples dimensiones paralelas pero eso ahora no importa. La cosa es que este mundo actúa como un puente entre el tuyo y todos los demás, de manera que si alguien quisiera Viajar tendría que pasar antes por aquí, pero eso nunca pasa ya que en tu mundo nadie sabe que ese Viaje es posible físicamente. Es solo una medida de seguridad, por si acaso, aunque no es la verdadera razón por la que Middle World fue creado.
«En todos los mundos existen seres que son distintos a la mayoría. Seres que se niegan a aceptar el mundo tal y como se lo enseñan, que deciden verlo a través de sus propios ojos sin permitir que nada influya en esa visión. Pueden monstruos, experimentos, héroes o villanos, o simplemente seres que se ocultan tras una máscara o que deciden mostrarse tal y como son. Puede ser cualquiera. Y son esos seres a los que se les invita a venir a este mundo a aprender en el colegio Gesang. Porque en este colegio no te enseñan cosas… normales como en tu mundo, aquí aprendes a sobrevivir. Aprendes a ser capaz de salir de cualquier situación que cierre tu camino.
«Y como pocos de nosotros hablamos el mismo idioma, los tres primeros años que estemos aquí tenemos que usar el Traductor que nos insertaron en la zona temporal izquierda del cerebro. Una vez pasados los tres años debemos buscarnos la vida para comunicarnos con los demás, aunque es tiempo más que suficiente para aprender el mínimo de idiomas necesarios para que nos entiendan en casi cualquier lugar. Además si no fuera por el Traductor las misiones entre mundos para los de primer año serían un auténtico suplicio.
«Apuesto a que me he olvidado de algo, pero con esto será suficiente ¿no? — comentó mirando a Robyn.
Ella, que había permanecido en silencio de brazos cruzados todo el tiempo, se limitó a asentir y a mirarme sin decir nada. Mientras estuvo hablando por cada palabra que decía una nueva pregunta se agolpaba en mi mente, tenía cientos de “por qué”, “cómo”, “cuándo”… deseando salir para obtener una respuesta.
— ¿Así que la gente que se cree especial viene aquí a automarginarse? —no era lo más importante que tenía en mente pero sí lo primero que se me escapó.
La cara de Robyn en ese momento era un poema, y como con todos los poemas no entendía que significaba exactamente. Diría que era una amalgama entre humor y perplejidad. En cualquier caso, Tommas contestó lo siguiente:
— En mi mundo nos enseñan que debemos ser, hablar  y vestir de una manera concreta si queremos ser aceptados. Si además de no hacer eso le añades habilidades que te hacen destacar entonces solo te quedan dos opciones: convertirte en el mejor o desaparecer entre el resto. Así son las cosas.
— Me parece que eso es simplificarlo todo demasiado.
— Cada mundo es distinto, no pretendas entender el mío sin haber siquiera estado allí.
— Bueno… ¿Y tú que hiciste?
— Ignorarlos. Yo tenía a mi hermana para ayudarme, no necesitaba a nadie más. Hasta que me invitaron a este lugar. Aquí solo hay retos, ¡es genial! ¿Qué sentido tiene que te enseñen cosas inútiles cuando lo que de verdad vas a necesitar es lo que aprendes por ti mismo?
— Eso no es cierto. Hay momentos en los que necesitas que alguien te enseñe el camino para poder ver la verdad.
— En este lugar aprenderás a sobrevivir cuando en tu mundo solo te enseñarían a convertirte en una oveja más del rebaño. Además, tú eres del A00100110Ω. Si estás aquí es porque tienes una habilidad, lo que allí solo te resultaría, con suerte una carga, si alguien descubriera lo que eres estarías en serios problemas.
— ¿Por qué conoces tan bien mi mundo?
— Te lo he dicho, tu mundo es el centro de todo. En él es posible cualquier cosa inimaginable, el problema es que como nunca ha ocurrido ninguna de esas cosas, no sabéis que existen. Sin él el resto de los mundos no existirían, incluido el mío. Lo menos que puedo hacer es saber cómo es y cómo funciona.
Entonces, un hombre entró caminando y se colocó delante de mi cama, quedándose unos segundos observándome. Era el individuo más extravagante que veía en mucho tiempo. Debía tener unos sesenta años o más y tenía toda la pinta de estar calvo aunque un turbante me impedía estar seguro. Unos ojos felinos de color violeta, nariz achatada y unas patillas que seguían la línea de la mandíbula, pero sobresaliendo hacia arriba para conectar con el bigote.
Llevaba una chaqueta negra abotonado hasta la cima, debajo de la cual sobresalía parte de una faja naranja que era la encargada se sujetar unos pantalones bombachos. Y para colmar el vaso cuando se acercó por el lado de la cama donde estaba Tommas pude ver que sus botas eran las botas de una armadura medieval, aunque no hacían ningún ruido al caminar.
— Soy Lahorn Meridan, director del colegio Gesang. Eres libre de llamarme como quieras. — qué voz tan profunda. Extendió la mano para darme un colgante con una… ¿chapa de botella? Sí, definitivamente era una chapa de botella. En este lugar se esforzaban mucho con los regalos. ¡Pero espera! En la chapa había un símbolo grabado, era el sol que el encapuchado llevaba en el pecho. ¿Por qué el director tenía una chapa con ese símbolo? ¿Tenía algo que ver el encapuchado con este mundo? Antes de que pudiera seguir haciéndome más preguntas, Lahorn Meridan continuó hablando — Tus ropas están hechas unos andrajos. Deberías comprarte algo nuevo. Utiliza eso. — señaló la mesilla que estaba a mi izquierda, dónde había un papel colocado encima de mi ropa doblada. Es cierto la camiseta blanca estaba sucia pero en los pantalones apenas se notaba la suciedad. …Sí, lo mejor sería conseguir algo limpio. — Llevas ahí tumbado tres días. — Tres días. Eso era mucho más de lo que pensaba. ¿Y qué demonios había estado haciendo Robyn en todo ese tiempo? Parece que lleva despierta desde mucho antes que yo — Robyn ya lo sabe, vuestros padres os has dado permiso para quedaros aquí durante todo el curso.
¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! ¡Mis padres jamás me dejarían! Había tenido que suplicar días para que me dejaran ir de excursión. Esto tenía que ser uno de mis sueños, pero Robyn había dicho que no lo era, aunque eso podía ser parte del sueño… no sería la primera vez que eso pasaba.
Suele decir que la respuesta más simple es la correcta por lo tanto lo que estaba pasando es que… todos estaban locos. Bueno, que más daba, mientras nadie intentase hacerme daño no tenía ningún problema.
Y sin decir nada más el director de fue tan silencioso como había llegado. Vaya, ese hombre sí que sabía dar noticias, información clara y concisa, sin andarse por las ramas.
— Venga, Daniel. —dijo Robyn — Vístete y vamos a comprarte ropa nueva.
— Voy. — a veces se comportaba como mi madre.
Me puse el colgante con la chapa y cogí el papel que estaba encima de mi ropa. No tenía ni idea de lo que ponía ahí, estaba escrito con unos caracteres que jamás había visto. Iba a preguntarle a Tommas cuando él se me adelantó y dijo:
— Tu invitación mola mucho más que la mía. La mía era una piedra.
— ¿De qué estás hablando?
Me miró extrañado y después añadió:
— Cierto, tampoco lo sabes. — se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó una piedra que acercó para que la viera mejor. ¡Tenía el mismo símbolo del sol que la chapa! — Para poder entrar aquí no solo tienen que aceptarte sino que también tienes que encontrar tu invitación. Vosotros dos debéis de ser los únicos a los que se les ha dado directamente.
Dejé el papel sobre de la cama y me levanté para vestirme. Encima de mi ropa estaba el regalo de Eva, antes lo había visto porque el papel lo tapaba. Cuando me lo puse Robyn apartó la miraba, parece que aún le seguía molestando que lo usara. Aun así por lo menos esta vez no hizo ningún comentario.
— ¿A qué te refieres con lo de encontrar la invitación? — le pregunté a Tommas.
— A que te dejan la invitación en cualquier parte de tu mundo y tú sin saber si quiera que te han aceptado debes encontrarla. Y lo que lo hace más divertido aún es que cada una tiene una forma diferente.
— ¿Por qué lo hace más divertido? ¿No debería ser más complicado?
En ese momento los dos miramos a Robyn.
— Daniel, estaba siendo sarcástico. —me aclaró ella — No entiende el sarcasmo así que sé directo cuando hablas con él — le dijo a Tommas.
Este se quedó un rato mirándome y después añadió.
— La cosa es que no te ponen nada fácil el entrar aquí, sobre todo por lo de la invitación. Encontrar una aguja en un pajar es coser y cantar en comparación.
— ¿Y en qué se basan para elegir cuál será la invitación de cada uno?
— Ni idea. A lo mejor es aleatorio y el director utiliza objetos que se va encontrando por el suelo. ¡Aunque no sé en qué momento se le ocurre a alguien utilizar una piedra!
— Espera, entonces la invitación tienen que dejarla con cierto tiempo de antelación para que puedas encontrarla. ¿Cómo funciona eso?
— No lo sé. Supongo que el todopoderoso Lahorn Meridan ya sabrá quiénes serán sus futuros alumnos desde antes de nacer y deja la invitación en algún momento antes de que cumpla los diez años. Es la edad mínima para aprender aquí. — aclaró.
Tommas debía tener la habilidad de hacer que la gente se hiciera más preguntas en lugar de resolvérselas.
— ¿Y si la encuentras antes de cumplir los diez años?
— Entonces puedes elegir entre quedarte en tu mundo hasta que llegue el momento o venirte aquí a vivir.
— ¿Pero cómo hacen para que la persona elegida encuentre la invitación y no otra?
—No lo sé. — y dirigiéndose a Robyn añadió — Hace aún más preguntas que tú.
— Te lo dije.
— A lo mejor no haría tantas preguntas si me contestases bien a todo. — le repliqué.
— Si tanto te interesa moléstate tú en descubrir la respuesta. Algún día aprenderás que hay cosas que solo puedes aprender por ti mismo.
— Bien.
— Bien.
— Pues vale.
— Pues eso.
En ese momento la risa de Robyn interrumpió nuestra discusión, si es que a eso se le podía llamar discusión. Al poco tiempo los tres estábamos riéndonos como si nada malo hubiera pasado nunca. Era como aquellas veces en las que Robyn y Eva discutían, aunque cuando eso ocurría solo David y yo reíamos. Supongo que eso significaba que con Tommas me sentía como si fuese un amigo de toda la vida.
Cuando terminé de vestirme recogí el papel que me había dedo el dictador en un intento de volver a descifrarlo. No sirvió de nada.
— Trae, te lo leeré. — dijo Tommas.
— ¿Cómo sabes que no sé leerlo?
— Robyn me dijo que de donde venís no usáis ese alfabeto. Además, ¿alguna vez te has visto la cara en un espejo durante una conversación? Eres lo más expresivo que he visto nunca, y eso que apenas llevamos unos minutos juntos.
O era demasiado expresivo o demasiado soso, la gente nunca se aclaraba. ¿Qué podría usar un término medio? Sí. Pero lo de mostrar expresiones ya era lo suficientemente difícil como para tratar de buscar el punto exacto que no incomode a los demás.  En cualquier caso, le di el papel para que me lo tradujese.

“Permiso de vestuario por un alumno.
Solo atuendos de su especie. En caso de desconocerse se le concederán los de aquella a la que más se asemeje. Prohibida la venta de paskins o similares.
Lahorn Meridan.

— ¿Ya está?— le pregunté a Tommas.
— ¿Qué esperabas?
— No sé, el papel está lleno de símbolos. No es un idioma muy útil si con tanto dibujito dices tan poco.
— Dice más de lo que piensas y hasta que no aprendas a leerlo no lo comprenderás. Por lo que sé estos caracteres no son el equivalente de vuestras letras. Sí, varios juntos forman palabras pero cada una de esas palabras expresan algo distinto a lo que vosotros entendéis con ese concepto. Para vosotros la palabra “papel” sería el objeto, esto que estoy sosteniendo. — agitó la nota del director para señalarla— En este idioma “papel” es mucho más que esto, cada carácter designa una de sus propiedades y todos juntos designan a este papel.
— Entonces… cada carácter sería como un adjetivo y para saber lo que pone tienes que adivinar a que se refieren todos los adjetivos juntos… de la misma palabra.
— No. No hay que adivinar nada. Cada palabra se escribe de una manera y en función de cómo sean los caracteres sabes a que se refiere en concreto.
— Ya… ¿Y las palabras cómo “y” o “ni”? Cosas así.
— Igual. Son palabras como el resto, todas tienen algo que decir, todas tienen algo que explicar.
— No tiene ningún sentido. ¿Y para referirte a algo no concreto? No este papel sino un papel cualquiera.
— Me parece que no lo estás entendiendo. —me parece que no lo estaba explicando nada bien— Todo depende de los caracteres.
— ¿Por qué os complicáis tanto?
— Cuando lo aprendas lo entenderás. Lo que pretendes ahora mismo es como intentar nadar por primera vez con todas tus extremidades atadas al cuerpo y que te salga bien.
— Hay gente que nace con un talento natural para esa clase de cosas. Seguro que no es tan difícil como lo planteas.
— ¿Sabes cuántos caracteres hay? Coge todos los símbolos que utilicéis para comunicaros en vuestro mundo y su número apenas será una décima parte de estos caracteres.
— Todos locos.
— No es tan imposible como suena. Los caracteres representan todo lo que quieren decir y, esta es la última vez que te lo repito, cuando lo aprendas lo comprenderás.
Si tuviera una cuerda ahora mismo este niño estaría amordazado en una esquina donde nadie lo encontrase durante un tiempo. Pero como mi paciencia era más o menos infinita por el momento me mantendría tranquilo. Además Robyn estaba mirándome y tampoco procedía hacer una de las mías. Así que continué con lo que me interesaba.
—Vale… ¿Y qué son paskins?
— Son objetos que pueden cambiar tu aspecto físico, voz, especie… cosas así. Aquí solo te dejan usarlos para misiones, en cualquier otra situación no tendría mucho sentido.
— ¡Es el objeto perfecto para gastar una broma! — no me extraña no que no estuviese permitido.
— Daniel, por favor, no hagas muchas tonterías mientras estemos aquí o por lo menos no las hagas sin mí — dijo Robyn sonriendo.
— No te preocupes, tengo mucho autocontrol. A veces… — Tommas me estaba mirando con cara inexpresiva — ¿Nos vamos ya?
— Sí, claro — contestó el chico — Por cierto, me llamo Tommas Landcaster. Llámame Tom.
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